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30 de noviembre de 2009

Pregón de las fiestas de San Miguel 2008, Estación de Espeluy . Pregonera: Pilar Sandoval López

Buenas noches:

Me han pedido que os de un pregón, pero yo no soy pregonera, solo soy una persona orgullosa de ser espeluseña y de sangre serrana.

Os podría hablar de las fiestas, pero siempre desde el recuerdo, recuerdos de cuando los que ahora tenemos casi 40 y los que casi los pasan…

Recuerdo cuando no teníamos ni santo que sacar en procesión, pero daba igual le hacíamos una misa.

Recuerdo cuando no había presupuesto para una gran comida de hermandad, pero deba igual se hacia un borrego guisao y ya esta.

Recuerdo cuando los cabezudos no daban ni miedo porque todos sabíamos quienes eran, pero les hacíamos correr.

Recuerdo la chocolate, la carrera de cintas, el rompe botijos, que aun no se como no nos descalabramos mas de uno, que por cierto yo siempre rompía el que tenia agua.

Recuerdo los partidos de fútbol que los veíamos sentados en las canaletas y comiendo pipas, pero sobre todo, recuerdo los bailes que casi nunca había presupuesto para una orquesta, pero no pasaba nada, venia el chino con sus bafles y su equipo y teníamos baile. Yo las viví así, pero cada uno las vive desde su corazón.

Yo hoy solo os puedo hablar desde el recuerdo, y mis mejores recuerdos son de vosotros, de las gentes que estáis y los que ya no están.

Recuerdo cuando éramos los del pueblecillo, los de la estación, los de la cincuenta y una, y los de Santa Emilia. Pero esta noche podemos ver lo que de verdad es San Miguel, San Miguel no es una fiesta ni es un patrón, San Miguel es algo mas.

Yo esta noche veo aquí a todas esas gentes: Los del pueblecillo, los de la Estación, los de la 51, los de Santa Emilia. Eso es San Miguel una gran familia, una hermandad.

Yo me siento afortunada dentro de esta gran familia y tengo mucho que agradeceros a los que estáis y a los que ya no están, pero que siempre los llevo en mi pensamiento y en mi corazón, me siento afortunada porque he podido conocer, tratar, compartir chimenea, y sobre todo escuchar.

Me encantaba de pequeña colarme en las casas de los vecinos. Muchos os acordareis, yo portón que veía abierto, haya que me metía.

Creo que podría describir una por una todas las casas del pueblo, pero sobre todo las chimeneas. Junto a la lumbre escuchaba las historias que me contaba Vicente Martínez y Benedicta, Felipe y Tomasa que siempre me preparaban un bocadillo de aceite y azúcar y me contaban cuando y quien hizo la imagen del santo y como se pudo pagar. Juan Tomas, Salvador que me contaba mil historias de Bujaraiza, de mi abuelo y sobre todo de laa guerra. El abuelo Venancio que cuando pasaba con el carro cargado de maíz camino de cazalilla, siempre paraba para subirme.

Pedro y Maria, que siempre que podía le quitaba la bicicleta y se enfadaba conmigo, pero acabábamos compartiendo merienda a la sombra de la higuera que tenía en el patio. La casa de Colombiano que entraba pocas veces porque me daba miedo la Yangua, vosotros sabéis a que me refiero.

La abuela Benita, Alejandra y Gabriel, siempre sentados a la puerta, y siempre contando y recordando otros tiempos.

Feliz y Carmen, su casa era una fiesta en verano cuando venían sus nietos.

Vicente Castillo, entrañable persona todo cariño y dulzura, y Carmen siempre cosiendo a la puerta del pajar.

Isidoro (el sordo) y Regina, el con sus cuentos de guerra y ella riñéndole por el tabaco.

Juan y Sebastiana, cuantisimas tardes he pasado en su casa jugando con los conejos, con los pollos, con las palomas, y hasta con la cacatúa que tenían en el níspero.

Juan Antonio y Conrada que me contaban lo dura que era la vida en la sierra mientras me enseñaban a enristrar pimientos.

El tío Pedro y la tía Maria, cuando trillaban en la era y yo estaba loca por subirme en el trillo y por quitarle las nueces de la noguera, que todo hay que decirlo.

Julián y Ángela, cuando oían jaleo en la cuadra, decía Ángela, “Esa es la chiquilla del Kiko”, Se asomaban y me dejaban trastear, como decía Julián.

Salva y Paula, siempre les tuve un cariño especial, a pesar de que Salva se enfadaba cuando le andaba trasteando en el tractor.

Remedios, otra casa que me quedaba con las ganas de entrar, otro perro, el Babu un mastín con muy mal genio.

La tía Ángeles y el tío Eusebio, todo el día jugando con mis primas y haciéndole la puñeta a una cabra que tenían, que más que cabra estaba como una chota.

Santiago y Mª Ángeles, Santiago ya lo conocéis, no tengo que deciros como es, el es así (Santiago) y Mª Ángeles mi madrina, que aunque yo apenas tenia 3 años cuando murió, la recuerdo perfectamente y hoy casi a mis 40 me sigue visitando en sueños y reconfortando en los malos momentos.

Eso es para mi San Miguel, una fiesta de hermandad, donde ya somos una gran familia. Una familia donde todas las gentes de bien tienen cabida. Por eso a todos los que aun no formáis parte de esta hermandad, esta noche os invito a que los hagáis, y los que ya formáis parte os quiero dedicar unas palabras desde el recuerdo a los que ya no estan y tanto bregaron como ellos mismos dirían para que estas fiestas no se perdieran.

Desde el cariño y la admiración a los que hoy y año tras año seguís bregando para que San Miguel cada año sea un poquito mejor, un poquito mas grande, un poquito mas hermandad.

Y desde la ilusión y la esperanza a los que aun no sois hermanos os invito a que conozcáis a estas gentes;
Sencillas, pero que te escuchan cuando les hablas.
Que te entienden cuando callas.
Que sonríen cuando sonríes.
Que te consuelan cuando no lo haces.
Que tienen mirada ausente y sonrisa enigmática.
Que sus palabras son la estrofa de una canción realista.
Que nadan contra corriente donde muchos se habrían ahogado.
Porque tienden su mano firme a veces sin saber lo que buscan,
Tal vez sueños. Sueños que saben y sienten que algún día se harán realidad

Por todo esto familia, por todo esto y por mucho mas que en el papel nunca se podrá plasmar siempre tendréis mi cariño, mi respeto y mi querer inmortal.

¡¡VIVA SAN MIGUEL!!

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